El cáncer tiene una afectación física en nuestro organismo, sin embargo también supone una alteración de nuestro estado emocional, ya que lleva a la persona a conectar con las emociones de manera intensa.

La manera en que la persona puede afrontar las diferentes fases del proceso puede variar pasando por momentos de miedo, tristeza o rabia. La rabia acostumbra a identificarse como una emoción no aceptada y que incluso puede hacer que la persona se sienta juzgada. Esto, en muchas ocasiones, lleva a la persona a no expresar su enfado o ira contra la situación y por lo tanto no la canaliza de manera adecuada.

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¿Por qué siento rabia?

Cuando hablamos de emociones es importante entender que hablamos de una reacción compleja de nuestro cerebro ante un estímulo externo o interno (un pensamiento, un recuerdo). Una emoción nos proporciona información de aquello que está sucediendo en el momento presente, de manera que nos indica cómo nos sentimos ahora.

Si hablamos de la emoción de la rabia, hay que entender que la persona al sentir rabia se siente sometida a una situación que le produce frustración o la percibe como aversiva, como sería el caso de una persona que ha sido diagnosticada de cáncer. En numerosas ocasiones la persona siente que está viviendo una situación injusta y esto le hace conectar con la rabia y la frustración.

En muchas ocasiones, ya sea su entorno cercano o la propia persona, se juzga por sentirse enfadada ante la situación actual y no se permite conectar con la rabia ante las circunstancias actuales, cuando en realidad la función de la rabia es contribuir en la adquisición de los recursos necesarios para enfrentarnos a la situación adversa y canalizar la frustración.

Es importante entender que cada persona puede sentir rabia por diferentes motivos, ya sea por el diagnóstico, por los cambios que debe hacer en su vida debido al cáncer, el impacto de los efectos secundarios o cualquier situación que implica un cambio no deseado a lo largo del proceso oncológico.

Incluso en ocasiones, puede que se enfade cuando otras personas que están bien le dan consejos sobre cómo llevar la enfermedad, ya sea tanto a nivel de cuidados físicos como a nivel emocional. En cualquier caso, son reacciones normales y comprensibles.

¿Cómo se muestra la rabia?

La manera en que cada persona muestra su rabia también varía, ya que algunas personas se impacientan, gritan, se aíslan o se enfadan. Sin embargo, en ocasiones, bajo esa rabia se ocultan sentimientos más dolorosos como la tristeza o el miedo sin ser consciente de ello, ya que la persona está más acostumbrada a conectar con la rabia que con estas emociones.

Así pues, para poder gestionar la rabia es imprescindible identificarla y conectar conscientemente con ella. De esta manera podemos decidir una expresión de la rabia adaptativa que contribuya a un cambio positivo como puede ser, por ejemplo, focalizar esa energía en superar los retos que implica la enfermedad.

Aunque a veces pueda resultar difícil, es importante no ocultar tus sentimientos si estás enfadado o molesto. Puede ser útil compartir con las personas de tu entorno cómo te sientes, ya que si contienes el enfado probablemente lo acabes expresando de manera poco saludable.

¿Cómo combatir la rabia?

Algunas estrategias para facilitar el manejo y la expresión de la rabia de manera saludable puede ser hablando o escribiendo sobre tus sentimientos, practicar una actividad física, realizar técnicas de relajación o respiración. También puedes explorar terapias complementarias como la arteterapia o la musicoterapia.

Si en cambio, observas que te sientes enfadado la mayor parte del tiempo o comienza a afectar a tu vida, sería de ayuda acudir a un psicooncólogo o un profesional que te ayude a gestionar tu estado de rabia.

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Sara García Serrano. Psicooncóloga y Coordinadora del centro Kálida Sant Pau.