Cuando una persona es diagnosticada de cáncer y tiene hijos, lo primero que piensa es en cómo decírselo o incluso ocultarles la información con el firme propósito de protegerlos y que no sufran.

Esta acción de querer proteger a un hijo de las malas noticias, situaciones adversas o las preocupaciones es natural e instintiva. Así pues, cuando no se comparte con ellos que un progenitor tiene cáncer se puede interpretar como una ayuda hacia su hijo para evitarle sufrimiento. Sin embargo, el efecto que produce suele ser totalmente contrario, ya que los niños detectan cuando en casa algo no está bien y no entender qué está pasando les puede incrementar el malestar debido a la falta de información.

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¿Cómo le explico a mi hijo que tengo cáncer?

El efecto que produce el diagnóstico del cáncer puede ser muy variado y la manera de gestionar la nueva situación según la persona requiere de unos recursos u otros. Es habitual, sin embargo, que cuando nos centramos en la comunicación con los hijos aparezca un malestar acentuado por la preocupación sobre cómo van a recibir la noticia.

A veces, parte de la dificultad de hablar con los hijos, está relacionada con no querer mostrar los sentimientos o llorar frente a ellos. Sin embargo, cuando muestras cómo te sientes suele facilitar que ellos también expresen sus propios sentimientos y compartan sus preocupaciones. Es importante que sientan que pueden manifestar abiertamente sus miedos y hablar sobre el cáncer puede ser una manera de ayudarlos a sentirse más seguros ante la nueva situación en casa. Darles el espacio para que hagan preguntas y compartan todas aquellas dudas que tengan les ayudará a entender e integrar mejor lo que está sucediendo en casa.

En aquellos hogares en que la enfermedad aparentemente no existe y se oculta a los hijos, pero que indudablemente ha generado cambios en los progenitores, suele derivar en un malestar en los hijos por no entender qué pasa y qué ha cambiado. Incluso en los más pequeños puede llevarlos a pensar que es por culpa de ellos que papá o mamá está triste o enfadado.

Aunque no existe un único momento para compartir con los hijos que uno de los progenitores tiene cáncer, sí es importante hablar con ellos cuando sintamos que estamos tranquilos y que podemos transmitir un mensaje de serenidad y confianza para que así ellos también puedan compartir cómo se sienten o qué les genera la información que están recibiendo. Además, es aconsejable buscar espacios de calma en los que podamos hablar el tiempo que sea necesario sin interrupciones o distracciones, ni tener que mirar el reloj.

¿Cuál es la mejor manera de contárselo a tus hijos?

A la hora de tener esta primera conversación con ellos es importante utilizar palabras adecuadas a su edad y que puedan entender. Una buena manera de comenzar es preguntarles qué saben sobre la enfermedad y corregir aquella información errónea al respecto.

Del mismo modo, es mejor centrar la información en lo que está sucediendo en el presente y no anticiparnos al futuro, de manera que el mensaje sea lo más concreto y específico posible, ya que la falta de claridad y precisión puede generar confusión en los niños.

Es importante cerciorarse que están entendiendo lo que les estamos explicando y preguntarles si tienen dudas al respecto o hay algo más que quieran saber. Ante aquellas preguntas difíciles es vital no mentirles y explicarles que, o no sabemos la respuesta, o que por el momento tenemos que esperar para valorar cómo evoluciona la situación. Es aconsejable evitar dar falsa información que sabemos no se cumplirá, ya que corremos el riesgo de perder su confianza si averiguan que les hemos engañado.

En conclusión, compartir con los hijos el diagnóstico de cáncer promueve mantener o mejorar los vínculos y la confianza. Además permite hablar y compartir de manera honesta y cercana cómo nos sentimos.

Sin embargo, si nuestros miedos y preocupaciones nos dificultan llevar a cabo este acto de comunicación es importante acudir a un psicólogo que nos ayude a mejorar la comunicación en casa.

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Sara García Serrano. Psicooncóloga y Coordinadora del centro Kálida Sant Pau.