Sociedades científicas VS Google
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Doctor Google y la información médica
Google, e Internet en general, se ha convertido en los últimos 20 años en la referencia de búsqueda de información por antonomasia. En España, según encuestas del INE, aproximadamente el 70% de la población utiliza internet a diario, y entre las diferentes consultas que se hacen, alrededor del 65% de españoles han buscado información de salud en internet en los últimos 3 meses. Esta tendencia es general en todos los países con acceso a internet, acuñándose para denominarla el término “Doctor Google”1.
A pesar de la inmediatez y la gran cantidad de información que internet puede ofrecer, hay varios problemas que pueden surgir, siendo el primero y el principal de todos que “Doctor Google” se equivoca, y mucho. Un ejemplo puede ser el observado en Australia, cuya población tiende a buscar en internet información médica y en la que casi un 40% se autotrata a través de Google.
Se analizaron hasta 36 verificadores online de síntomas. Son webs en las que se introducen una serie de síntomas y que devuelven uno o varios posibles diagnósticos. Se observó que estas webs sólo aciertan a la primera en aproximadamente un tercio de los casos (36%), porcentaje que apenas sube teniendo en cuenta los 3 resultados principales que ofrecen (52%)2.
Otros estudios obtienen resultados incluso peores. Utilizando herramientas contrastadas como DISCERN, de la Journal of the American Medical Association, para analizar la información ofrecida en hasta 32 webs, se ha visto que en apenas 4 se cumplían los criterios establecidos para considerar la información fiable y contrastada. Además, el lenguaje utilizado suele exigir una cierta formación por parte del lector, lo cual no siempre se cumple3.
Otras plataformas
Por otro lado, no sólo es Google el problema. En plataformas como TikTok o YouTube también proliferan vídeos de información médica, los cuales también obtienen unos resultados de fiabilidad pobres. Además de esto, un estudio observó que, tras analizar varios vídeos de YouTube sobre lupus, los que fueron considerados más útiles, solían ser de profesionales sanitarios y, por lo general, tenían una menor cantidad de visualizaciones o likes3.
Esta situación hace muy sencillo encontrar información médica errónea o directamente pseudociencia, adoptar creencias sobre la salud incorrectas e incluso dar el paso a auto diagnosticarse. Son comportamientos preocupantes en poblaciones como los mayores o los jóvenes sin formación digital4. También preocupa la aparición de la “cibercondría”, que implica la consulta en internet ante cualquier pequeña molestia, peligroso ante tanta información de poca calidad o directamente desinformación2.
Entonces, ¿cómo encuentro información médica fiable?
En general, lo mejor que se puede hacer es contrastar con nuestro médico toda información extraída de internet, aunque creamos que proviene de fuentes fiables. De igual modo, como ya es habitual hacer este tipo de consultas, la National Library of Medicine propone una serie de preguntas a hacerse para tratar de distinguir la información fiable de aquella que no lo es:5
- ¿Quién dirige el sitio web? – En general, las fuentes más fiables suelen ser las agencias gubernamentales, universidades o escuelas de medicina y organizaciones médicas de profesionales o sin ánimo de lucro, como las sociedades científicas o asociaciones de pacientes. Uno de estos ejemplos en España son los portales web del Ministerio de Sanidad y de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
- ¿Cuál es el objetivo de la web? – Una web confiable sólo tendrá como meta el informar. La venta de productos o generar afinidad hacia una ideología/opinión no suelen ser buenos indicadores de información imparcial. Si, además, no hay una política de privacidad o ésta es mínima, desconfía. Puede que lo único que la web quiera es hacer negocio con tus datos personales.
- ¿Quién paga por la web? – Páginas comerciales o anuncios que se hacen pasar por información médica suelen ser indicadores de información no fiable.
- ¿La información es de calidad? – Una buena información médica es, sobre todo, balanceada y basada en la evidencia. Se debe desconfiar de aquella que favorezca unos tratamientos sobre otros, rebose dramatismo o haga promesas de curación que suenen demasiado bien. Algunos consejos para esto son:
- Consultar la sección “Acerca de nosotros” y confirmar si se detalla el proceso de verificación, quién/es la realiza y qué formación tiene dicha/s persona/s.
- Comprobar si se aportan las fuentes de donde se saca la información. Toda la información científica debe provenir de referencias contrastadas y revisadas, tales como estudios, revisiones de la literatura científica o guías de las principales sociedades científicas. Una información científica sin referenciar nunca será buena información.
- Comprobar la fecha de elaboración, revisión y/o actualización. Es altamente posible que una información desactualizada sea errónea, aunque provenga de fuentes corroboradas y tenga referencias sólidas.
En cuanto a las redes sociales, el proceso de verificación personal es similar. Comprueba quién comunica la información, qué formación o conocimientos puede tener y qué intereses puede haber ocultos.5
El clickbait y las fake news
Finalmente, otro foco de desinformación son los fenómenos del clickbait (titulares exagerados que buscan generar un mayor tráfico en las webs) y de las fake news (noticias falsas con intención de engañar), que se ha extendido en todos los ámbitos sociales, incluso en el campo de la salud.
Es común que periodistas no expertos redacten noticias sobre medicamentos tratando de exagerar los resultados de los ensayos clínicos para atraer más lectores, por ejemplo, ocultando que los resultados de dicho estudio se lograron en modelos animales y no en humanos. Es conocido el caso de la cuenta de Twitter @justsayinmice, que acumula más de 70.000 seguidores y que se dedica responder a algunos de estos titulares grandilocuentes, aclarando que esos resultados se han obtenido en ratones. Además de asegurarse que el estudio se realiza en humanos, se debería comprobar:5
- ¿Cuántas personas se han incluido y cómo son? – Un estudio con pocas personas y/o que sean iguales entre sí (ej: todos hombres, todos de la misma raza o todos del mismo segmento sociocultural) no es muy fiable, ya que los resultados obtenidos en esta muestra de población no se podrán extrapolar a la población general, más grande y diversa.
- ¿Cuánto duró el estudio? – Si un medicamento se estudia, por ejemplo, en un ensayo de corta duración (unas semanas), dicho estudio no puede usarse para predecir los efectos a largo plazo (tras meses o años de tratamiento).
- ¿Dónde se realizó el estudio? – Al involucrar personas de sociedades y contextos socioculturales diferentes conseguimos que la muestra de población estudiada se parezca más a la sociedad general.
- ¿Quién pagó el estudio y quién informa de los resultados?
En resumen, la búsqueda de información médica forma parte del día a día de las consultas que realizamos en internet. A pesar de todas las ventajas que nos puede aportar, debemos tener siempre presente que no toda la información en Internet es fiable, por lo que adoptar ciertos comportamientos para analizar críticamente dicha información es necesario para navegar en este medio. Y, por supuesto, contrastar todo lo que leamos con nuestro médico.
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