Las personas que siguen un tratamiento contra el cáncer pasan por un momento muy delicado y por una crisis vital que altera su estado emocional. La alopecia, al mirarte en el espejo, se convierte muchas veces en un recordatorio de tu proceso oncológico.

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La importancia del entorno del paciente

Si sigues un tratamiento contra el cáncer y tienes alopecia te sentirás en muchas ocasiones observado por el resto. Quizá puedas salir a dar un paseo para distraerte, pero te encuentras con alguien que te hace preguntas e inevitablemente reconectar de nuevo con la enfermedad. En algunas ocasiones, además, tu entorno intenta minimizar la caída del pelo, no le da importancia o valor y consideran que no debe alterarte emocionalmente porque lo importante es el tratamiento. Estas situaciones no te favorecen y es clave que las personas que te rodean o acompañan en este proceso sean conscientes del alto impacto que supone la alopecia para ti, tu imagen corporal y todo lo que conlleva.

Herramientas físicas y emocionales

Es importante que los profesionales tengan información actualizada de las soluciones o herramientas tanto físicas como emocionales que pueden ayudarte.

Plantéate la opción de cortarte el pelo muy corto o incluso afeitarte la cabeza antes de empezar el tratamiento. Este paso puede hacer que la caída del cabello se convierta en un cambio menos drástico para ti.

Si es muy probable que el pelo se caiga es recomendable que los profesionales te asesoren e informen sobre distintas alternativas; pelucas de pelo natural o artificial, pañuelos, turbantes…así como la barajar la opción de conseguirlas a través de financiación o ayuda para su compra.

Es importante que cuides tu salud mental. Los especialistas recomiendan hablar sobre lo que sientes a raíz de la caída del cabello con un psicólogo o con algunas personas que hayan pasado por una experiencia similar como familiares o amigos. Esto puede aportarte tranquilidad y serenidad durante el proceso. Deseamos haberte ayudado.

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Jorgina Serra, enfermera del Hospital de la Santa Creu de Barcelona.

Sara García, Psicooncóloga en la Fundación Kalida.