Existen varios tipos de cáncer de pulmón, los cuales se clasifican en función de la localización y el tipo de célula de tejido pulmonar a que afecte.

El tratamiento para estos tipos de cáncer puede ser cirugía, quimioterapia, radioterapia y otros tratamientos, como la inmunoterapia. El empleo de estos, solos o en combinación, dependerá de muchos factores, como el tamaño y la localización del tumor, la diseminación o el estado de salud general del paciente, entre otros. Por lo tanto, el impacto del cáncer y su tratamiento en los hábitos alimentarios puede variar mucho entre pacientes.

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¿Cómo pueden verse afectados mis hábitos alimentarios?

No todos los pacientes con cáncer de pulmón tendrán un estado nutricional comprometido. De hecho, es habitual un aumento de peso tras el cese del hábito tabáquico después del diagnóstico. Es importante que, en caso de no presentar ningún efecto secundario durante el tratamiento oncológico, se sigan una alimentación variada y equilibrada, basada en el patrón de dieta mediterránea, con gran cantidad de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales, aceite de oliva virgen extra)  y limitando el consumo de carnes procesadas y alimentos ultraprocesados.

A otros pacientes, en cambio, a consecuencia del propio tumor, la cirugía o los efectos secundarios de los diferentes tratamientos, les será difícil cubrir los requerimientos nutricionales de energía y proteínas a medida que avancen los tratamientos. Esto podría condicionar una pérdida de peso y un deterioro de su estado nutricional de forma progresiva, disminuyendo la tolerancia a los tratamientos y aumentando el riesgo de complicaciones. Por ello es muy importante ir adaptando la alimentación según la evolución y aparición de complicaciones.

Complicaciones en la alimentación ante el cáncer de pulmón

Una de la posibles complicaciones es la limitación en la capacidad respiratoria del pulmón debido a el propio tumor o la cirugía que se realice y, como consecuencia, cansancio a la hora de comer que provocará una reducción en las porciones o raciones que se consumían habitualmente o en el tipo de alimentos y preparaciones a priorizar, evitando aquellas que necesiten de más masticación (carnes a la plancha, bocadillos…) y escogiendo otras más blandas y fáciles de comer (guisos, estofados, cremas, sopas…).

Además, el pulmón se encuentra cercano al esófago (órgano del sistema gastrointestinal que transporta los alimentos hacia el estómago tras la deglución), el cual puede resultar perjudicado como efecto secundario a los tratamientos o por el propio tumor. En ocasiones, puede existir dificultad para alimentarse desde el inicio del tratamiento o durante el mismo debido principalmente al dolor que se siente al tragar o a la propia dificultad al tragar tanto alimentos sólidos como líquidos. En estos casos se deberá ajustar la textura de los alimentos y la viscosidad de los líquidos en función de cada caso. En ocasiones bastará con pequeñas modificaciones de textura pero en otros se deberá seguir una alimentación de textura modificada, tipo purés, cremas, pudin, flanes…

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Contenido extraído de la guía: Recomendaciones dietético-culinarias durante el tratamiento del cáncer de pulmón de la Fundación Alícia.